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Ay, esos errores “entrañables” cuando hablamos en público…

Ayer asistí a un evento en Barcelona que supuestamente presentaba lo último de la tecnología blockchain. Organizado por un equipo internacional, se celebró en un espacio maravilloso de la ciudad y la sala estaba abarrotada, hasta el punto que hicimos cola para entrar: la expectativa de la audiencia era muy alta.

Fui parte de esa audiencia y de esa expectativa, pero debo confesar que salí del evento frustrada.

Fue un despropósito general en términos de las reglas básicas para hablar en público. Apuesto a que la mayoría de nosotros, expertos y no expertos en blockchain, entendimos poco, no recibimos mensajes claros sobre lo que se esperaba de nosotros, dudamos del por qué los proyectos presentados eran realmente relevantes y, lo peor de todo en mi opinión, en esa sala no fluyó ninguna inspiración auténtica durante todo el evento.

Estoy siendo dura, aunque consciente de que sentarme del lado del público y evaluar a los ponentes es siempre la parte cómoda de la ecuación. Como he estado muchas veces en el lado de los oradores, sé lo que significa exponerse a audiencias grandes y exigentes. No es fácil. Lo que digo es que uno debe prepararse, especialmente cuando le gustaría obtener algún resultado de su presentación.

Me sabe mal que mi evaluación del evento de ayer no sea más positiva. En realidad, lo que estoy es algo decepcionada viendo que los mismos y “entrañables” errores que solemos cometer al hablar en público todavía sucedan en eventos de alto nivel y que a nadie de la organización parezca importarle.

Con ánimo de aprendizaje, comparto aquí lo que yo presencié, errores clásicos de la oratoria, la mayoría de ellos dentro del ABC del manual para hablar bien en público:

# 1: Sin contacto visual con tu audiencia. ¡Auch! Fue una apertura de evento increíblemente mala. El presentador -insisto, se trataba de un evento glamouroso, internacional e innovador-, hizo su bienvenida moviéndose constantemente de un lado a otro del escenario, como un león aburrido dentro de una jaula, mirando hacia el suelo y apenas vocalizando. Y continuó así durante 10 minutos, haciendo contacto visual con la audiencia solo una vez y casi por el rabillo del ojo. Aquí mi pregunta obvia: ¿cómo se supone que debemos apasionarnos por lo que está presentando el orador si apenas nos regala su mirada? Sin contacto visual, difícilmente habrá autenticidad ni credibilidad en tu discurso.

# 2: ¿Leerte o escucharte? La segunda oradora tenía una mejor actitud en el escenario y miraba a la audiencia desde el comienzo de su presentación. Pero su primera diapositiva apareció repleta de texto, por lo que obligó a los cerebros del público a decidir entre leer todos esos puntos de la lista mientras intentaban escuchar, o a “simplemente” escucharla sin leer. Nuestro cerebro sufre con esa decisión, y cuando tenemos que elegir, tendemos a ir por lo fácil: si miramos y escuchamos, entonces no leemos. Y viceversa. Así que cuidado con la densidad en tus diapositivas. No me hagas elegir, por favor. Como público, he venido a disfrutar de ti y de tu discurso, y no a leer de la pantalla.

# 3: Una dicción extraña dificulta la comprensión. Este fue un caso realmente difícil de superar. El orador mostró preparación de antemano, de alguna manera se notaba que había un guion subyacente en todo el asunto; pero su extraña dicción en inglés, combinada con el bajo tono de su voz, hizo que solo el 30% de lo que dijo fuera comprensible. Todavía no tengo una idea clara sobre qué dijo, o cuál es el valor añadido de su proyecto o si tenía una llamada a la acción para nosotros. Perdimos por completo el mensaje, y las diapositivas sobrecargadas (¡otra vez!) tampoco ayudaron. Cuando presentes en un idioma diferente al tuyo, tómate tu tiempo y vocaliza para asegurarte que el mensaje llegue.

# 4: Tu pasión es genial, pero no suficiente. El orador transmitía pasión de forma natural. La pasión siempre es un buen conector para las personas que escuchan, pero la pasión por sí sola no es suficiente, como en este caso. El mensaje fue confuso y él hablaba demasiado rápido, así que fue difícil identificar sus ideas clave. Las diapositivas demasiado densas (¡oh no, otra vez!) empeoraban el conjunto. Al final, no quedó claro qué pretendía el orador con su presentación: ¿era para inspirar? ¿fue para movernos a la acción? ¿o era puramente informativa? La pasión debe ir de la mano de un mensaje claro, estructurado y atractivo.

# 5: ¿Proyecto de impacto social sin llamada a la acción? ¡Imposible! En este caso, el proyecto tenía un atractivo natural: objetivos y acciones con impacto social. Pero no puedo recordar de qué se trataba, porque nada en la presentación fue memorable. Una lástima, pero el potencial se perdió en algún lugar del discurso. El orador estaba muy nervioso y, sin embargo, hizo un buen trabajo con el inglés. Pero habló demasiado rápido, sus diapositivas (¡sí, una vez más!) estaban llenas de texto, él constantemente girado hacia la pantalla de la pared y no hacia la audiencia y, lo más importante para el tipo de proyecto que estaba presentando, su final fue disperso y sin una llamada clara a la acción, si es que la hubo. Si esperas algo concreto de la audiencia, mejor define de antemano qué es y construye con ello un final poderoso.

Quizá yo sea demasiado exigente cuando estoy en el lado de la audiencia. Pero la verdad es que tenía grandes expectativas para este evento, y para cumplir con esas expectativas, yo también puse de mi parte, me explico: reservé una entrada con tiempo, creé el espacio en mi agenda, tomé un tren hasta Barcelona, hice cola para entrar, peleé por un asiento, escuché con atención y respeto a todos los oradores e incluso aplaudí a cada uno de ellos. Creo que cumplí mi parte del trato. Así que no puedo evitar preguntarme por qué los oradores no tomaron su parte más en serio y, sobre todo, porqué la organización tampoco lo hizo.

Queda mucho por hacer, y eso siempre puede ser buena noticia para los que nos dedicamos a mejorar la comunicación en la esfera pública y profesional 😉

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