Ya sabemos que la comunicación no consiste sólo en las palabras que utilizamos cuando hablamos o escribimos. Nuestro tono de voz, nuestro lenguaje corporal, nuestras expresiones faciales, nuestra mirada, nuestra actitud general e incluso nuestros pensamientos son también maneras poderosas de comunicarnos.
Nos comunicamos constantemente, ya sea con nosotros mismos o con otras personas. Comunicar es, sobre todo, querer conectar. Y la calidad de esa conexión depende mucho de nosotros, especialmente si somos el emisor del mensaje.
Sabiendo esto, os invito a preguntaros lo siguiente: ¿Producimos pensamientos, gestos y palabras hermosos cuando nos comunicamos con el mundo? ¿Priorizamos de verdad la compasión, la escucha profunda o el ser asertivos a la hora de hablar con los demás? ¿Nos esforzamos más en entender al otro que en demostrar que nosotros tenemos la razón? O, por el contrario, ¿tenemos tendencia a producir más sufrimiento o violencia cuando pensamos, hablamos o escribimos?
Mi deseo para todos nosotros es que en 2019 tomemos mayor conciencia de cómo nos comunicamos con los demás y con el mundo en general.
Mi deseo es que más y más, nuestras palabras puedan ser al mismo tiempo tan hermosas como flores (asertivas, bellas, claras, elegantes, compasivas) y tan certeras como flechas dando en el blanco de una diana (el mensaje habrá cumplido su objetivo, ya sea éste informar, persuadir, seducir, motivar o vender).
Creedme que juntar las dos cosas es posible y altamente recomendable. La elegancia, la generosidad, la eficiencia y la eficacia no tienen por qué estar reñidas cuando expresamos nuestro mensaje. Al contrario: si de comunicar bien se trata, estrategia y belleza deben ir de la mano.
El proceso para comunicar mejor nunca es rápido, pero aporta beneficios inmediatos e inacabables. En mi experiencia, funciona más o menos así: se toma conciencia de lo que necesitamos mejorar; se aprenden las mejoras; se practica mucho y con buen ánimo; se va integrando lo aprendido y ¡voilà! nuestra manera de comunicar será otra, mucho más serena y eficiente, y con resultados estupendos y tangibles en nuestro día a día.
Comunicándonos mejor, conectaremos mejor. Además, estaremos obsequiando nuestra pequeña-gran parte de armonía y compasión al mundo, que buena falta le hace y nos hace a todos.
Y con este deseo, ¡feliz entrada de año y muy buena comunicación para todos en el 2019!