Es un consejo que aprendí de Kim A. Page hace años. En mi primera formación con ella, esta frase suya se me quedó grabada: “la noche antes de tu presentación en público, mímate un poco, tómate el tiempo de bañarte en ti misma, haciendo o disfrutando algo que realmente te guste”.
Vaya por delante que su consejo aplica para una presentación en público, una reunión en la que te juegues mucho o una formación en la que tengas que darlo todo. De hecho, puedes aplicarte el cuento antes de cualquier ocasión en que quieras ofrecerles a otros lo mejor de ti, comunicativamente hablando. No es ninguna tontería, y desde mi experiencia te cuento por qué.
Uno de los pecados de juventud puede ser buscar la perfección de las formas externas. La inexperiencia o inseguridad nos llevan a preocuparnos tanto de controlar todo aquello que es externo en nuestra comunicación -un PowerPoint perfecto, una estructura de contenidos infalible, un montón de datos para soportar nuestras ideas, etc.-, que nunca nos deja tiempo de calidad, antes del momento D, para mimar siquiera un ratito el factor interno, o sea a nosotros mismos.
Por supuesto que prepararse bien para un acto de comunicación pública es fundamental. Pero tratarnos bien también lo es, y el problema es que solemos ignorar que en ese momento D, nosotros somos exactamente el centro a través del que tienen que pasar todos esos elementos externos que tanto nos ocupan y preocupan.
En mi caso, me ha costado décadas integrar esta idea. Pero ya soy experta en esto de buscar activamente, por muy liada que esté, ese tiempo sagrado de conexión con mi propio centro. La buena energía que esa conexión genera después se refleja, sí o sí, en mi charla, reunión o formación.
No importa qué forma o cuánto tiempo tome este sumergirse en uno mismo. Para gustos, colores. Sal a pasear por la naturaleza; por la ciudad, si eres más urbano. Ponte a disfrutar de un cómic. O tómate una copa de vino sentado en la terracita contemplando qué hay a lo lejos. ¡O, literalmente, regálate un baño con sales, velas y tu música favorita!
Sean como sean, esos momentos contigo mismo te llenarán de una energía potente y determinada, que se transmitirá a los otros incluso antes de que hayas dicho una sola palabra.
Será también tu ocasión para renovar votos: reconecta con tu pasión por lo que vas a explicar mañana ante tu público; conecta con las ganas que tienes de compartir tu visión con tu equipo en la reunión que tendréis; o siente de nuevo por qué formar y entrenar a otros te renueva sin parar. Conecta con todo eso que ya es tuyo, y ello fortalecerá la conexión con tu audiencia cuando comuniques.
Te recomiendo que la próxima vez que quieras “regalarte” a los demás con todo tu intelecto, tu corazón y tu autenticidad, dejes la perfección aparcada un rato y cuides con consciencia esos momentos para comunicar primero contigo. Báñate en ti mismo sin reparo, aunque ello signifique dormir un poco menos para conseguir el PowerPoint perfecto.
Os dejo con el deseo que el consejo os sirva a muchos y bien. ¡Un abrazo y feliz Otoño!