La primera frase en mi sitio web dice: “te ayudo a construir el mensaje correcto y a comunicarlo desde tu autenticidad”. La cambié hace poco para darle al término “autenticidad” un papel central, después de observar que muchas de las persones y empresas a las que asesoro parecían compartir un deseo creciente de encontrar su propia voz y comunicar desde ella. Lo ilustro con cuatro historias (los nombres son ficticios).
Marta es una mujer destinada al éxito: joven y brillante, educada en las mejores universidades y construyendo una carrera prometedora. Y aun así, me llama por si puedo ayudarla a enfocar y comunicar su propósito verdadero en la vida, pues siente como si faltara algo importante. Durante nuestras sesiones, ella comparte este sentimiento de no estar siendo completamente ella en su trabajo actual y cómo esto impide la expresión de su autenticidad y quiere hacer algo al respecto. No tiene los treinta, pero ya está determinada a no vivir una vida en la que no pueda ser ella misma y expresarse como tal. Touché…
(Nota: estos jóvenes de hoy, ¡creo que tenemos algunas cosas que aprender de ellos!).
O el caso de Julio, que se está “peleando” con diseñadores y copywriters porque quiere que su marca comunique mensajes auténticos, relacionados con el negocio, pero sobre todo con sus valores más personales. Me pide ayuda porque está cansado de la comunicación ficticia y desconectada de lo que él realmente quiere comunicar al mundo con su marca. Él necesita expresar su visión y su deseo de aportar auténtico valor a los consumidores.
Laura, una doctora e investigadora de gran prestigio internacional, me contactó buscando ayuda para una charla que debía preparar muy bien, pero nuestra amistad está creciendo así que nuestras charlas se vuelven más personales. Ella también es joven y brillante, ha construido una carrera impecable y puede crecer sin límites en su campo de investigación, y sin embargo comparte conmigo su preocupación por plasmar un propósito más alto desde donde ayudar verdaderamente a los demás. Siente que su auténtico yo no se expresará en su máximo potencial hasta que no realice ese propósito. Y aquí asoma la cabeza de nuevo la autenticidad, clamando para que le hagamos caso.
También puede tomar formas más simples y divertidas, como en la historia de Marc, que me llamó después de haber hecho la presentación que habíamos preparado juntos y me dijo “Irene, fue muy bien, lo disfruté, puse en práctica muchas de las cosas que me enseñaste y practicamos, pero al final le puse mis propios toques, ya me conoces…”. ¡Fantástico! Me encanta cuando las personas sienten la libertad de comunicar desde su propia forma de ser. La autenticidad es una de las mejores estrategias para conectar con la audiencia.
La idea relevante es esta percepción de que la mayoría de las personas con las que trabajo parecen haberse puesto de acuerdo para iniciar su propia cruzada a favor de la autenticidad, y que este acuerdo está tomando una dimensión que trasciende lo particular para crecer hacia lo global. Y para mí esto son buenas noticias que hay que compartir. No entraré aquí en el análisis del porqué esto está pasando.
Dejadme recordar aquí las palabras certeras de E.E. Cummings sobre el coraje de ser uno mismo y lo duro que puede resultar: “Ser nadie más que tú mismo -en un mundo que hace todo lo posible, día y noche, para que seas cualquier otro- significa librar la batalla más dura que cualquier ser humano deba librar”. ¡Uf! Creo que el hecho que más y más personas estén hallando el coraje para empezar esta batalla es muy inspirador.
Ahondemos un poco en el significado de ser auténtico. Yo soy “vieja escuela” en muchas cosas, como cuando quiero comprender bien un concepto y visito diccionarios en papel y digitales en diferentes idiomas para tener un significado más holístico del término. Esta vez la tarea fue fácil: la autenticidad es la cualidad de ser auténtico, y esto es así para los diccionarios en inglés, castellano, catalán e italiano que consulté.
Así pues, la definición de autenticidad está en el adjetivo “auténtico”: del latín tardío authentĭcus, y éste del griego authentikós, que significa “con autoridad” y deriva a su vez de authéntēs, “capaz de actuar por sí mismo, el amo absoluto”.
Esto se pone interesante, ¿no creéis? El amo absoluto. Creo que nos gusta la idea. Pero entendámosla bien.
En entradas más modernas, los diferentes diccionarios están de acuerdo en definir “auténtico” como “no falso”, o también “consistente consigo mismo, que aparece tal como es”. Sin embargo, el diccionario catalán incluye una definición filosófica que adoro y que aquí nos viene perfecta: “término aplicado por algunos filósofos a la existencia humana para designar el carácter de una persona cuando ésta deviene aquello que es verdadera y radicalmente”.
¡Estoy maravillada! Ahí está, donde siempre estuvo. Porque por supuesto, los filósofos griegos ya lo sabían: ser auténtico es sobre todo expresar la autoridad que viene de dentro de uno mismo, de ser quién eres radical y verdaderamente. Touché de nuevo…
Voy a compartir algo más que me parece relevante, aunque pueda pecar de obvio: la autenticidad empieza por conocerte a ti mismo tan bien como puedas. Conocer tu propia diferencia, tu propia diversidad, y aceptarla completamente de modo que puedas ofrecerla al mundo sin inseguridades innecesarias.
Claro que soy consciente de que encontrar y expresar libremente esa voz interior que te hace absolutamente único en el mundo no es nada fácil para el 99% de las personas. Existe ese 1% que nació con la capacidad de pasearse por la vida sin importarles para nada lo que piensen los demás. El resto de nosotros, seamos honestos, hacemos lo que podemos mientras crecemos y avanzamos por un camino que puede ser tortuoso. O al menos, esto me parece cierto para los carrozas como yo. Los jóvenes de hoy lo tienen más claro, según observo.
Entrando en terrenos algo personales, no fue distinto para mí, siendo parte como soy de ese 99% de almas esperanzadas. La buena noticia: como en cualquier viaje del héroe que se precie, también yo conté con hadas, mentores y sabios que me ayudaron. En realidad en mi caso fue una mujer sabia, la Dra. Ester Torrella, quien hace algunos años me puso en la senda de encontrar mi propia autenticidad. Ella me invitó primero a contactar con el conocimiento ancestral de las 4 tipologías y después a empezar a entender dónde se apoyaba mi singularidad y cuál era realmente mi punto de partida en la vida.
Sus conocimientos y trabajo en este ámbito son enormes. Así que siento un gran agradecimiento por la posibilidad que tengo, desde hace casi 10 años, de compartir con ella los avances continuos sobre autenticidad, singularidades y diversidad que después podemos traspasar a otros de forma que puedan también ellos expresar su propio potencial al máximo. Encontraréis más información sobre este tema y cómo lo aplicamos a la salud, la educación y la comunicación en el sitio web de nuestra asociación “Un punto de partida”.
Para terminar: como para mí y para muchas de las personas a las que asesoro, empezar tu propia cruzada por la autenticidad significa iniciar un viaje a largo plazo que estará lleno de tesoros y peligros. Pero no desfallezcas. No estás solo, pues ya ves que muchos están tomando los mismos pasos que tú para ser quiénes realmente son. Y como escribió maravillosamente Marianne Williamson: “…cuando nos liberamos de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás”.
Tiempo al tiempo. ¡Y te deseo lo mejor para tu viaje!