Dejadme empezar con la persona que inspiró este artículo. Raquel Izaguirre, fundadora de LaveuLavoz, ha estado en mi lista personal de “personas favoritas” desde que trabajé con ella en la mejora de mi propia voz, allá por el 2009. Ya la mencioné en un anterior artículo mío, por ser una gran entrenadora vocal además de una mujer poderosa, intuitiva y gran profesional.
Tuve el placer de compartir un café con Raquel esta semana. Hacía mucho que no nos veíamos, así que empezamos el encuentro poniéndonos al día de todo lo que la vida moderna tiene para ofrecer a las mujeres trabajadoras. Sarcasmo admitido, no perdamos el hilo. En algún momento finalmente nos pusimos a charlar de trabajo.
Raquel lleva mucho más tiempo que yo en la senda de la “formación y entrenamiento de las habilidades comunicativas”, así que me interesaba mucho conocer su experiencia de la última década. Mi pregunta principal era si ella sentía que, como país o sociedad, en España habíamos mejorado nuestro interés por comunicar mejor, especialmente en los entornos empresariales. Mi propia impresión era que no, ¡ni por asomo!, pero quería escuchar la opinión sincera de una veterana.
Su respuesta fue descorazonadora, de hecho. Según su experiencia, nuestra cultura persiste en no dar suficiente importancia al comunicar de forma eficiente y con un mínimo de calidad. Descorazonador, sí, aunque por supuesto también puede verse como una gran oportunidad de mejora.
En la charla nos preguntábamos, sin embargo, si esta persistencia se debía al hecho de que los llamados “coach de comunicación” o “entrenadores de habilidades comunicativas” estamos fallando en nuestro propósito de subir el nivel del país en cuanto a lo que comunicación en público se refiere. Podría ser que los profesionales del sector tuviéramos algo que responsabilidad en esto.
Pero también podría ser que en general, en este país, la preparación y ejecución de los actos de comunicación en público –sea una conferencia, una reunión de equipo o una oportunidad de venta con clientes- siguen siendo un tema de “último minuto”, un tema de “bah, copia lo de la última presentación, cambia la fecha y listos, total qué importa” o un tema de “que lo haga ese, que se le da bien hacer el gracioso en el escenario”.
Para decirlo claramente: yo misma soy testigo de que, como resultado de esta devaluación general de la “comunicación eficiente y de calidad” como un activo, todos nosotros seguimos asistiendo a conferencias pésimamente preparadas y presentadas en infinidad de congresos por todo el país, y todos nosotros seguimos sufriendo reuniones de empresa ineficientes en las que no es ni fácil ni rápido “pillar” el punto. Año tras año, y llevo en el mundo empresarial más de 20 años ya, nos seguimos encontrando los “mismos y entrañables errores en la comunicación en público”.
Así las cosas, una pregunta interesante quizá sea ¿cuál es el precio que pagamos por no tomarnos en serio nuestra comunicación en público? A mí me parece que, en general, no somos conscientes de cuánto está en juego cada vez que salimos de nuestra oficina y hablamos a otros en nombre de nuestra empresa o institución. Me parece también que no evaluamos bien el hecho de que, si no apostamos por la calidad y la eficiencia en nuestra comunicación, estaremos perdiendo buenas oportunidades. La atención es un recurso escaso, hoy en día. La paciencia también. Piensen sino en las generaciones que están creciendo…
O quizá una pregunta algo más dura: ¿es posible que, como sociedad, estemos perdiendo la oportunidad de adquirir una serie de habilidades y conocimientos muy relevantes en este siglo y especialmente en el mundo de los negocios? La competencia es feroz en cualquier mercado, estarán de acuerdo, y nuestros mensajes necesitan encontrar formas efectivas de destacar entre los otros mensajes. Parecería que aprender a comunicarnos mejor ya no es una opción. Se está convirtiendo en una necesidad en nuestras carreras profesionales, sino en nuestras vidas, directamente.
La buena noticia es que, igual que Raquel o yo misma, la ciudad de Barcelona y todo el país cuentan con profesionales de la comunicación en público altamente cualificados, que podrán ayudarle a adquirir, a su propio ritmo, estas habilidades tan relevantes para el siglo XXI.
Y otra noticia aún mejor es que todos estos expertos en comunicación, cada uno desde su propio método y enfoque, están listos y con ganas de ayudarles. Porque compartimos la pasión para formar a cualquiera que aspire a alcanzar metas más altas en sus habilidades comunicativas, convencidos de que ello repercutirá positivamente en su profesión.
Así que este artículo de hoy es una invitación para todos vosotros a que os (pre)ocupéis sobre la manera en que comunicáis de puertas hacia afuera. Hagan que sea un punto relevante en su formación continua, porque les aseguro que será una inversión que siempre les dará buen retorno.